29/4/10

Cuando las palabras sobran...

Caminaba entre las góndolas, sin saber qué elegir...

Era uno de esos días en que nada iba a conformarlo. Fideos...comía tres veces por semana, hamburguesas otras tantas....Sopa instantánea...eso no era sopa...
Ganas de cocinar no tenía, estaba cansado de comprar comida chatarra, la única opción era invitarse a cenar en la casa de ella o definitivamente resignar la cena.

Salió del súper con la bolsa vacía, emprendió el camino hacia las afueras de la ciudad. Estaba fresco....tal vez un taxi o un colectivo fueran las alternativas. Prefirió caminar...
Mientras los pasos parecían no querer salir de sus pies, sus pensamientos se entremezclaban y las sensaciones no lograban definirse...

Estaba andando por esas calles que lo vieron crecer...ir a la escuela, andar en bici con sus amigos... Las mismas que fueron testigos de sus primeros amores y las peores desilusiones...
¡Cuánto hacía que no las caminaba!
En realidad...¡Cuánto hacía que no las transitaba de ninguna manera!

Sabía que ella estaría ahí, como siempre esperándolo... Con el mate que siempre inevitablemente se enfriaba por su culpa, con la cena que terminaba siendo otro almuerzo al día siguiente, con esa mirada triste del que espera sin esperar...

¿Tenía derecho a llegar sorpresivamente a su casa en medio de la noche, así, sin avisar?
Hizo el esfuerzo por tocar el timbre...pero su mano quedó suspendida en el aire. No, decididamente no era una buena idea. Ella no se merecía ser su compañía de cena en esa noche en que simplemente necesitaba no estar solo.
Dio vuelta sobre sus pasos y, cuando comenzaba a alejarse de esa casa, "su" casa, escuchó el chirrido de una puerta al abrirse. Tuvo miedo de volver la mirada, sentía un gran vacío en su alma. Respiró profundo y ese aire helado pareció darle la fuerza que necesitaba para girar...
Allí estaba ella, con los brazos extendidos, los ojos húmedos y la sonrisa emocionada..
Sin hacer preguntas, sin querer saber por qué dejó pasar tanto tiempo en volver...
Sencillamente ella todo lo entendía, para eso ella era su mamá....
Y un exquisito aroma a sopa casera impregnó cada centímetro de su cuerpo, pareciéndole,  por primera vez en su vida, el manjar más deseado.

22/4/10

Demasiado pronto para un Hasta Siempre!

Porque los 43 años no pueden ser "el" tiempo...
Porque no es justo que tantos sueños queden truncos...
Ni que haya hijos sin mamá a tan temprana edad...
Dios seguramente tendrá sus razones, razones que ninguna lógica humana puede aceptar...
43 años, igual a los míos... Una adolescencia transcurrida en mi mismo lugar...
Caminos que se fueron abriendo, destinos que nunca se juntaron...
Proyectos quizás parecidos, sueños tal vez similares, valores aprendidos en un tiempo en que la muerte era algo que le pasaba a los viejos...Toda la vida por delante...
Toda esa vida, que se apagó de repente sin que nadie pudiera impedirlo... Luchó con toda su alma, pero perdió su batalla...
Dejó hermosos recuerdos en quienes tuvieron la suerte de conocerla....
Dejó un enorme vacío en quienes supieron quererla bien...
Dejó a tres soles que no pueden entender que una mañana se levantaron sin mamá...
Dejó en soledad a ese hombre que fue su gran amor...
No fui su amiga, apenas una compañera que compartió instantes de lo que fue su corta vida. Pero su partida me heló el alma, me dejó con la impotencia que significa ser testigo de una vida trunca...Con la angustia de darme cuenta por primera vez, de manera lascerante, que la vida es HOY...No hay mañana que pueda darnos con seguridad aquello por lo que no luchamos hoy...

Los 43 años no deberían haber sido "su tiempo".

Demasiado pronto para un hasta siempre..

Demasiado injusto ese último Adiós...

13/4/10

Ilusiones

A raíz de la última entrada de Milenius me quedé pensando....(¡Grande Milenius....hace rato que eso no pasaba...)
Ella hablaba de la exigencia de chicos y grandes que todo lo quieren "para ayer"....
Y conociendo muchos de estos chicos demandantes, y sus padres que no saben poner límites a tiempo, me quedé pensando en mi caso en particular.
Mi hija siempre fue una nena feliz, que tuvo todo lo que necesitó y más...No porque lo pidiera, sino porque simplemente papás y el resto de seres queridos se ocuparon de mimarla lo suficiente.Fue largamente esperada  y es amada entrañablemente por todos.
No sabemos de llantos ni berrinches por querer algo que no se le concediera. Y no me refiero a que se le concedía todo, sino simplemente a que nunca fue de pedir nada.
Siempre valoró nuestro esfuerzo, nuestras horas de trabajo y poco descanso. Siempre confió en nuestro criterio a la hora de decir NO. Frente a lo material y a las decisiones en general.
"Ustedes son los que saben qué es lo mejor para mí".
PUMMMM!!!! Y ahí es cuando el asombro se vuelve gratificación. Aunque no deja de dar algo de temor tanta confianza depositada en nosotros.
Ahora bien...En poco menos de un mes, "la nena" cumple 13, y con ellos se aproximan los cumpleaños de sus amigas que ya van llegando a los 14 y, como es lógico de esperar, comienzan los preparativos para las fiestas de 15.
Esa fiesta de 15, con la que mi "bebé" sueña desde que tiene uso de razón, era increíble ver cómo una nena de apenas 4 años ya planificaba esa "noche de cuentos de hadas".
Hoy, que ese tiempo ya va acercándose, la billetera empieza a temblar, al compás del corazón que se acelera al verla tan "señorita", pidiendo, quizás por primera vez en su vida, algo que la haría inmensamente feliz. 
Y ahí se desbaratan todos los cuestionamientos...."Tanto dinero para una sola noche". "¿Y si mejor nos vamos de viaje?", "Te compro un auto para cuando aprendas a manejar" - Son los argumentos "razonables" de un papá que no concibe semejante derroche en una fiesta.(Por sencilla y modesta que se plantee sigue siendo un derroche).
Y frente a estos argumentos una vez más el asombro.
"Cuando yo trabaje voy a poder ahorrar para viajar y comprarme el auto"- "contraargumenta" la futura quinceañera, con la convicción absoluta de que ya sus experiencias de ahorro le demostraron que puede conseguir lo que se propone. (Algo que heredó del padre, porque la madre jamás logró tener una alcancía).
Y es ahí cuando mamá y papá, frente a frente, sucumbimos a sus sueños y nos preguntamos si podemos ponerle precio a semejante ilusión....
Y allá salimos los tres, rumbo a ese  salón que nos recomendaron, que se convirtió en el primer escalón de este camino a "su noche" largamente soñada...
Y descubrimos con placer, que al menos por un momento, el dinero pasó a un segundo plano...
Los brillitos en sus ojos al ver cada detalle de una fiesta que aún no iba a ser suya, como por arte de magia, se extendieron a los ojos de su papá...
Y me arrugaron el alma de emoción, al verlos ensayar "de mentirita" ese vals que será la concreción de un sueño largamente acariciado, de esta princesa que nunca pidió nada, salvo su fiesta de quince...