Sin palabras
 Debía decirle tantas cosas en aquél momento… Podía ser más sutil, menos directa. Buscar palabras que suavizaran esa tormenta que estaba latente. Tal vez tomarlo de las manos y mirarlo a los ojos sin hablar. Esperar que se me adelantara. Mis ojos habrían sabido anticiparle que cualquier nueva mentira desataría el infierno. O tal vez, lo mejor sería guardar silencio sobre los sentimientos que me habitaban. Más bien no debía haberlo citado. Quizás no fue buena idea.  Mis impulsos me ganaron la pulseada. Él se merecía la catarata de verdades que ignoré durante todo un año. Verdades que habían ido destruyendo el castillo de naipes que fingió ser una fortaleza por tanto tiempo. Él me puso en ese oscuro lugar y no era justo que lo atravesara sola. No al menos sin que escuchara todo lo que con su accionar había provocado en mí.  El era el amo de aquél infierno en el que me arrojó con sus mentiras. De repente una idea se apoderó de mí. Le mandé un mensaje a ella. Le pedí que viniera con urgenc...