28/9/09

Siempre hay una última vez...


Atravesará esa puerta por última vez.
Esa que la vio llegar cada día con energía, con proyectos nuevos, con los ideales en el bolsillo, sabiéndose útil,demostrando todo lo que todavía era capaz de dar...
Esa puerta, la misma que la vio irse tantas veces con el cansancio en la cara pero con el corazón lleno de satisfacción por la labor cumplida...
Esa puerta que se abrió como una mano tendida y hoy la despide con lágrimas en los ojos....
Esa misma puerta que divide su ayer de su hoy. Allí quedarán personas que aprendieron a valorarla, que recibieron todo lo que pudo enseñarles y le devolvieron afecto y compromiso..Y los que no, también....
Duro fue el anuncio, duro fue recibirlo... Es justo su retiro, quién podría negarlo, pero cuesta pensar en otra persona ocupando ese espacio...
Y llegará ese día, el del punto final... Tan ansiado por momentos y en el fondo tan temido...
Dar ese paso implicará para ella cambiar su modo de vida, comenzar a descansar por fin del tirano reloj y la fastidiosa rutina.
La decisión de dar vuelta esa página, tan pensada, tan meditada, tan largamente acariciada...está a punto de convertirse en realidad.
Hay quienes no la imaginan lejos de alllí, hay quienes creen que aún puede arrepentirse. Sólo ella sabe la fortaleza de esa decisión.

Sólo ella ya acaricia momentos postergados y proyecta sus horas compartidas con esos afectos cercanos que hoy están demasiado lejos...
Sólo ella...nadie más.....


20/9/09

En la cornisa

Un domingo radiante de sol...Primaveral si los hay...
La ventana es una invitación a ser atravesada en busca de esa brisa que apenas despeina las copas de los árboles.
La casa aún en silencio, a pesar de que el reloj del comedor ya marca casi las once.
Sus sueños se resisten a desvanecerse hasta la próxima noche.
Lentamente el día comienza. Esos rostros, víctimas del cansancio producido por una larga noche de festejos, intentando amanecer aunque el sol ya marca casi el mediodía.
Sin importar la hora, café con tostadas, la rutina del diario leído entre el pan y la manteca.
Aún en pijamas.... sin ningún tipo de apuro.

Todo perfecto. Cada cosa en su lugar prometen un domingo de película.
De pronto un comentario al pasar, su mirada desaprobando, su respuesta excesivamente dura y despectiva para un tema intrascendente. Otra vez la sorpresa de su desdén... Si estaba todo más que bien...¿Qué fue lo que pasó?
Y de un plumazo, la armonía se desmorona. La alegría de un domingo en familia se desvanece.
Ella, una vez más, mira sin entender. ¿Por qué? La eterna pregunta. Una y mil veces esa inquietud...
¿Por qué esa costumbre de girar las situaciones ciento ochenta grados? ¿Por qué logra convertir en un día de invierno el más tibio de los domingos? ¿Por qué ella permite que eso le pase? ¿Por qué no logra esquivar el nubarrón, haciendo como que nada pasara? ¿Por qué él cree ser el dueño absoluto de todos los derechos? ¿Por qué el precio de mantener la armonía debería ser el silencio de ella?¿Por qué LA RAZON parecía tener un solo dueño en esa casa? ¿Por qué el ser que la hacía tocar el cielo con las manos de felicidad, tenía la capacidad de estrellarla contra el piso en un segundo?
Las horas transcurren sin que ninguno pueda tender un puente que los una. Una tontería, sí... Una de tantas... Una nube que podría disiparse con sólo un esfuerzo. Sin embargo ellos permiten que la tormenta se instale. Él, por comodidad, tal vez; Quizás por creerse siempre superior y por no concebir la posibilidad de deponer su orgullo, ese orgullo que tantas veces le gana al amor que siente por ella.
Ella, porque ya se siente cansada...sin fuerzas. Porque por años intentó que la historia fuera otra. Porque una y otra vez fue quien, no sólo tendía ese puente, sino que además lo cruzaba con tal de estar a su lado... Porque no le cabe ninguna duda de que ella es la responsable de que las cosas nunca hayan funcionado de otra manera. Él, por permanecer en su trono, ella por no soportarlo y allanarle siempre el camino. Pasar de la luna de miel a la indiferencia absoluta, esa parecía ser su dinámica habitual.
Pero esta vez es distinto, esta vez su corazón se siente herido de muerte...¿Por esa tontería? Y...sí...Por la suma de miles de tonterías y de las que no lo son... Por ser siempre la única que lucha por una relación que probablemente no merezca su sacrificio. Por comenzar de una vez por todas a quererse un poco a sí misma. Por empezar a conquistar su dignidad.
Los días comenzaron a pasar, ambos sumergidos en su rutina... Ella ya no espera su acercamiento, él sigue tranquilo viendo que las cosas se van acomodando. Ella, cada vez más lejos suyo. Él, creyendo que todo se está poniendo en orden, minimizando una vez más el sentimiento de su compañera de tantos años.
Tranquilo, confiado en que una vez más, ella puede superar el mal momento. Si al final no era para tanto...

Y es justo en ese instante,cuando ella empieza a sentir por primera vez, que ya no hay retorno...
Que su vida merece algo más... algo mejor... ALGUIEN que la valore y la respete: ELLA MISMA.

17/9/09

Una larga espera

Una eternidad.... Cinco años que parecían siglos... Lo amaba tanto como él a ella. Y sin embargo no alcanzaba. Nada era suficiente para que su corazón se sintiera feliz. Al principio todo era color de rosa. Los proyectos inundaban la vida de adrenalina,miles de sueños a concretarse, el futuro que todo lo deparaba...Una familia que nacía para dar paso a la vida más feliz. Los días formaron meses y estos llegaron a ser años. Las miradas curiosas se sumaron a las preguntas indiscretas.Familiares, amigos y conocidos se sentían con el derecho a opinar, sugerir, aconsejar... El hielo se apoderó de sus almas y de sus manos. Se buscaban y no lograban darse calor. Bastaba mirarse a los ojos para que se llenaran de lágrimas. Cientos de hojas de almanaque con círculos que señalaban cada mes de frustración. Recorridas por cada consultorio o clínica que albergaban la esperanza de una solución mágica para su angustia. Nada valió la pena. Ella creía que un juzgado podía regalarle lo que la naturaleza y la ciencia le negaban. Él no concebía atravesar ese camino. Prejuicios, quizás. Inseguridad personal, tal vez. Esencialmente miedo!!!! Miedo a no saber dar respuestas. Miedo a no poder escuchar las preguntas. Miedo de no poder enfrentar el futuro incierto de una búsqueda de raíces para la que no estaba preparado. Ella, como siempre,lo acompañó en esta negación. No podía obligarlo.
Pero su sonrisa comenzaba a apagarse. Su alegría a desvanecerse. Su paciencia a agotarse. Ya no toleraba las preguntas curiosas ni los consejos bienintencionados. Sólo ella sabía el vacío que la acompañaba cada minuto de su vida.
Un día cualquiera, su amor comenzó a mirarla diferente. Parecía que de repente comenzaba a comprenderla. La tomó de la mano y, en un gesto de franco agradecimiento, pudo decirle: - No tengo derecho, no puedo seguir siendo tan egoísta. Sabés que no estoy seguro de poder... Pero si querés...lo intentamos. Te amo demasiado como para robarte el mayor sueño de tu vida.
Ella no daba crédito a lo que oía. No pudo más que abrazarlo mientras las lágrimas corrían a borbotones por sus mejillas. Al día siguiente, el despertador sonó más temprano que nunca. Con la documentación lista que llevaba años preparada en esa carpeta verde, salieron ambos abrazados rumbo a los tribunales. Esa mañana, comenzaron a formar parte de una lista extremadamente larga de soñadores como ellos, que buscaban en ese lugar un motivo para darle sentido a su vida. Volvieron a transcurrir los días y los años. La alegría no formaba parte de sus vidas, pero al menos ese hielo entre ellos había logrado derretirse. Trabajar.... Viajar... Compartir momentos con la familia... Tratando de poner todo de sí mismos en cada acto que realizaban. Ya se habían apagado las preguntas desubicadas. No cabían los consejos afectuosos. Le dieron paso a un silencio incómodo a veces, piadoso otras, cariñoso la mayoría del tiempo. Un jueves de septiembre el teléfono los desconcertó. Debían presentarse en ese tribunal que habían visitado tantas veces desde hacía cinco años. La pregunta tan esperada había llegado por fin. Fuera de tiempo, ya fuera de planes, tan lejos de la realidad que estaban viviendo en ese momento. Con los sueños casi archivados dentro de ese almanaque que los había visto sufrir tanto.
-Sí!!!! Claro que sí!!!! ¿Cuándo? ¿Mañana? ¿Ya mañana? Y sí..."mañana" fue ese viernes lluvioso "casi primaveral" en sus corazones. El día en que Morena, con sus dos meses de edad, se asomaba a la vida en una casa que no era la suya, pero que estaba inundada de un amor enorme, esperándola para verla crecer feliz.
Una eternidad...lo fue...pero bien valió la pena....


12/9/09

Tal vez sea tarde... Tal vez nunca lo sea....

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte


Última parte







Los días pasaron lentamente, más lentamente de lo que ningún reloj de arena pudiera adivinar... Él, como siempre, como un autómata, respondiendo a las exigencias diarias pero con sus ojos cada vez más tristes y apagados. Sus compañeros empezaron a adivinar qué le estaba ocurriendo pero nadie se animaba a decirle nada... Sólo levantaba la vista de su enorme pila de papeles para mirar ese escritorio que permanecía impecablemente ordenado y esa silla vacía que le arrugaba el corazón.
Nuevamente lunes. Seis y treinta. Despertador.
"Hola"..."Buenos días"....

"Buenos días", saliendo de esa voz tan añorada, tan sublimente melancólica... Alzó los ojos y pudo encontrarse con los suyos sin decir más que: - ¡Volviste!
Se saludaron como si se hubieran visto el día anterior.
Él a su escritorio, ella al suyo.
Volvió a reencontrarse con su trabajo atrasado, comprobando con decepción que ese viaje maravilloso no había logrado borrar lo que sentía por su mejor amigo. Sacó de su cartera sus lentes, su celular y su agenda. Puso a cargar la batería de su teléfono que estaba sin uso desde hacía casi un mes. Comenzó a atender clientes, reordenar archivos y con sorpresa descubrió que era la hora del almuerzo. Encendió su teléfono, revisó sus mensajes de texto atrasados y conectó su buzón de voz que guardaba un mensaje desde el día anterior a su partida. Al escucharlo, se le llenaron los ojos de lágrimas. Era la voz triste de su amigo que le pedía perdón. Levantó la mirada y se encontró con otros ojos que la miraban intrigado.
No dudaron. Cada uno tomó su abrigo y en silencio se dirigieron al ascensor.
No hizo falta que mediara ni una palabra. Se tomaron de la mano frente a los ojos complacidos de sus compañeros que hacía meses adivinaban lo que les estaba ocurriendo.

Todos lo sabían, menos ellos...

Tal vez sea tarde... (Tercera parte)

Primera parte


Segunda parte


Tercera parte

Afuera llovía torrencialmente, su abrigo rojo seguía aún a los pies de su cama... Ella , tendida desde hacía horas con la vista fija en el techo. De repente, un pálpito hizo que se sobresaltara. ¿Era su celular el que sonaba? Lo miró con ansiedad, a la espera de ese llamado que hacía meses no llegaba. Constató que seguía apagado, tal como ella lo había decidido en cuanto salió del trabajo. ¿Cómo justificaría esa tarde de ausencia? Ningún médico receta ni da licencias por mal de amores. Comenzó a pensar seriamente en cambiar el rumbo, en tomar la decisión que le devolviera su vida. Tomó del revistero el diario de esa mañana y abrió decidida la página de los clasificados. Aún era joven, pero no parecía serlo para las empresas que buscaban empleados que apenas habían abandonado la secundaria. A medida que su dedo avanzaba por los avisos, su alma se arrugaba al ver desaparecer la posibilidad de ganarse la vida en otro lugar lejos de él. Por su mente comenzaron a transcurrir miles de situaciones compartidas. Tantas veces trabajando codo a codo, luchando por los mismos ideales en contra de la deshumanización que diariamente esa rutina les ofrecía. Muchos momentos en común, que les fueron permitiendo conocerse, hacerse amigos y sentir que su espalda estaba siempre cubierta aunque no estuviera presente, sólo porque el otro estaba para hacerlo. Mirarse y entenderse eran sinónimos. Las bromas intercambiadas eran el arcoiris que los salvaba de la gris rutina. Pero ya hacía un tiempo que nada era igual. Él había empezado un camino interno que ella aún no lograba develar. Ella, en lugar de acercarse, tomó distancia porque no toleraría ningún acercamiento sin comprometer lo que sentía. La tarde anterior no soportó ver semejante tormenta en sus ojos. Creyó, que tal vez su compañía podía ayudarlo a descomprimir tanta preocupación. Temía lo que él pudiera responderle, pero así y todo, tomó la iniciativa de llamarlo. Conocía sus costumbres, sabía que su teléfono personal jamás se encontraba apagado. Lo escuchó sonar largamente... Tres veces hizo el intento. La última vez descubrió que el teléfono no se hallaba encendido, no así las dos primeras. Las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas. No quería verla, no quería hablar con ella. Sin entender por qué, trató de dormirse sin apenas lograrlo. Duro fue volver a trabajar la mañana siguiente, luego del insomnio y la angustia. La tarde no pudo resistirla y decidió dar parte de enferma. Su cabeza volvió a esa cama en la que se hallaba recostada y se encontró con su celular en la mano sin saber siquiera en qué momento lo tomó. Decidió dejarlo apagado para quedarse con la ilusión de que él tal vez hubiera intentado llamarla, en lugar de prenderlo y volver a derrumbarse como le pasaba todas las noches desde hacía seis meses. Volvió a hojear el diario, pero esta vez se dejó atrapar por las páginas de turismo. Hermosos viajes a todas partes del planeta se ofrecían con imágenes sorprendentes. Viajar...quizás podría hacerlo y poner distancia real entre lo que sentía y su presencia. No era mala idea... Sin dudarlo levantó su teléfono de línea. Llamó a su jefa, con la que mantenía una excelente relación y le solicitó permiso para tomarse unos días. No dudó en otorgárselo, dado que hacía un par de años que no se tomaba vacaciones. Nunca resolvió algo tan rápidamente. No sabía si sería la solución pero al menos iba a intentarlo. La mañana siguiente la encontró en un avión rumbo a una hermosa ciudad de montaña...
En la oficina, él, con sus ojos tristes clavados en su escritorio vacío...
¿Habría escuchado su mensaje en el contestador?

11/9/09

Quizás sea tarde...o quizás no...

Si querés saber cómo comenzó todo, leé antes acá.

Segunda parte

Siempre la oscuridad hace que todo sea más triste, más cruel, más trágico...
Esa noche, entre sueños, trató de recorrer cada paso de su día a día. Cada rutinario paso...
Se vio "funcionando"... Se desempeñaba perfectamente como empleado. Para su familia era ejemplar. Sus amigos lo consideraban un buen tipo. Y sin embargo no era feliz.
¿Por qué no atendió ese teléfono que sonó con insistencia?
¿Por qué al ver su nombre en el visor lo recorrió un escalofrío?
¿Qué tenía de malo una llamada de una compañera de trabajo que lo apreciaba?
Dio vueltas y más vueltas en la cama, sintiéndose como nunca: desubicado. Él, que siempre parecía tenerlo todo bajo control....
Nada de su vida "perfecta" parecía hoy conformarlo... Se sentía un robot resolviendo todo correctamente, cada cosa en su lugar... menos su cabeza y su corazón...
El sol asomó sin que él hubiera logrado pegar un ojo.

Seis y treinta. El despertador anuncia el
comienzo del martes ... Y vuelta a empezar... Como si la vida se redujera a un círculo perfecto, sin sobresaltos pero sin emociones.
Otra vez... la llegada al trabajo, las mismas caras de siempre: las que siempre sonríen, las que nunca desarrugan el ceño...
Como si todo estuviera cronométricamente planificado y fuera una "copia fiel del original".
Dijo un "hola" desganado a sus compañeros y llegó a percibir un suave y triste "buen día". Alzó los ojos y se encontró con otros que lo observaban... Interrogantes, desilusionados, definitivamente tristes.
La culpa lo invadió de pies a cabeza.
¿Sería el llamado frustrado el motivo de su tristeza? No era posible...
Por primera vez en mucho tiempo, un sentimiento arrollador lo sacudió dejándolo absolutamente consternado...

- Vi tu llamado, perdón, no pude contestarte, en realidad necesitaba estar solo- dijo tratando de suavizar la situación sabiendo a ciencia cierta que lograba todo lo contrario.
- Sólo quería saber si estabas mejor, no te preocupes.- respondió ella con falsa aceptación.
Dio media vuelta y se sumergió en su computadora mientras una pila de carpetas esperaban ser cargadas.
Quedó tembloroso y desconcertado. ¿Por qué de repente esos ojos provocaban en él semejante terremoto de sensaciones?
A la hora del almuerzo trataría de reparar su torpeza.
Se descubrió mirando millones de veces su reloj. Las horas pasaban con una lentitud insospechada. Cuando al fin llegó el momento del descanso, la escuchó despedirse hasta el día siguiente aduciendo no sentirse bien.
Quedó inmóvil. Extremadamente inmóvil para su gusto. La vio salir envuelta en su abrigo rojo y una vez más no supo qué hacer.Transcurrió la tarde sin poder dejar de pensar en ella. Cuando al fin la jornada laboral terminó, volvió a su casa bajo una espesa lluvia que no lograba mojarlo, o al menos él no se percataba de que existía. Estaba absolutamente en blanco.
Sólo atinó a sacar el celular de su bolsillo.Marcar un número, a partir de la llamada recibida el día anterior y escuchar con desilusión que era su voz en el contestador quien atendía.
Sólo pudo decir...¡Perdón!

10/9/09

Feliz día a todos mis colegas...

Dedicado a todos los maestros en su día, y adelantándonos al día del profesor, también extensivo a ellos. Porque elegimos ser educadores y , sabiendo lo difícil que podía ser el camino, nunca hubiéramos elegido otro...





Fue un largo camino, en el cual, muñecas, hermanos y primos tuvieron que soportar ser nuestros primeros alumnos.
Seguramente allí, en la infancia, comenzó a crecer la semillita de nuestra vocación: Ser maestros.
¿Qué significa ser maestro?
Es comenzar a tener un sueño.
Es estar comprometido con los sueños. Es aceptar lo que no se puede cambiar.
Es saber cambiar a tiempo.
Es volver a empezar una y otra vez...Y a veces....transitar el mismo camino.
Es reconocer a cada alumno en sus logros y dificultades.
Es enamorarse de lo que uno hace.
Es darse cuenta que estamos eligiendo a cada momento.
Es reconocer las propias debilidades y fortalezas.
Es no parar jamás hasta conseguir los sueños.
Es transitar caminos desconocidos, cada año, con cada grupo, con cada niño...
Es saber que no estamos solos, mirar alrededor y, en nuestros compañeros, encontrar siempre una mano tendida, un consejo que estimula y una oreja que contiene.
Es apasionarse en la tarea de enseñar y aprender.
Es sumar esfuerzos para construir sueños con otros.
Es dejar una huella para que otros puedan seguirla.
Hoy ya hay un gran sendero recorrido, muchos alumnos en el recuerdo y un puñado de colegas con los que transitamos este hermoso y, a veces, duro camino de la docencia.
Por eso un 11 de septiembre es una ocasión especial para decir ...¡¡GRACIAS!!
A quienes fueron nuestros primeros alumnos y hoy ya son adolescentes y, en algunos casos adultos, por ayudarnos a construir los maestros que hoy somos.
A nuestros alumnos de hoy, que nos permiten compartir un pedacito de sus vidas, disfrutando de su inocencia en los primeros años, de sus ganas de ser grandes sin dejar de ser chicos más adelante, pero siempre brindándonos su alegría y afecto más sincero.
A los papás que renuevan día a día la confianza que nos tienen, sabiendo que en cada momento les ofrecemos a sus hijos lo mejor de nosotros mismos.
A nuestros compañeros y a nuestras familias, que son quienes nos acompañan en los momentos más duros, cuando este camino se hace cuesta arriba y dan ganas de bajar los brazos. Allí están siempre, en forma incondicional, ayudándonos a recuperar las ganas de luchar.
Y gracias a todos los colegas de cada punto de nuestro país, a quienes no conocemos, pero sabemos del esfuerzo y compromiso con que enfrentan las realidades sociales más difíciles, apostando como nosotros, a que germine en los chicos, la seguridad de que ellos pueden construir un futuro mejor. Ese es nuestro desafío y, que lo logren será nuestra mayor recompensa.





8/9/09

Quizás ya sea tarde...

Primera parte


Un lunes como cualquier otro. Seis y treinta. El despertador anuncia el comienzo de otra semana como tantas...
El apuro del madrugón, la llegada al trabajo, las mismas caras de siempre: las que siempre sonríen, las que nunca desarrugan el ceño...
Automáticamente las mismas acciones... La sonrisa cordial para quienes no tienen la menor responsabilidad de haber tenido que cruzarse con él justo ese día...
Café de por medio, comienza a despejarse ese escritorio repleto de trabajo atrasado...
Entre esos papeles pendientes se colaban tantas cosas a través de sus pensamientos... Temas más trascendentes rondaban en su mente y en su corazón.
Una y otra vez, el final se transforma en comienzo y el comienzo en final...
Lo que creyó no volver a sentir, aparece repentinamente frente a sus ojos, enfrentándolo con la clara realidad: Nada está realmente al alcance de sus manos.
Esa charla pendiente que parece acercarse y nunca se concreta...
Ese gesto lejano que amaga con convertirse en realidad y queda sólo en buenas intenciones...
Esa manera de "no resolver" siempre quieta aguardando que sea el otro quien dé el primer paso...
Esa triste costumbre de durar en lugar de zambullirse a la vida...
Ese dar por entendidas cosas que deberían decirse todos los días y a los gritos...
Quizás ella pudo ver en esos ojos la tormenta que lo abrumaba y que tan bien escondía detrás de esa pila de papeles....
Quizás lo entendió más de lo que pudo decirle...
Quizás ese almuerzo apurado compartido fue la receta que supo encontrar para aliviar ese dolor que se adivinaba en cada paso que daba...
Transcurrió la tarde y una vez más la vuelta a casa, como todos los días. Enfrentarse con la rutina que se repetía contra su voluntad y parecía reírse de su malestar.
Nada parecía poder cambiar ese estado de ánimo.
Fue en ese momento, justo cuando se daba por vencido y dejaba que el día llegara a su fin, cuando la música de su celular le anunciaba que aún alguien quería compartir con él sus últimos minutos nocturnos...
Miró el visor del teléfono que no paraba de sonar, lo tomó en sus manos y sin dudarlo, decidió tocar esa tecla roja que ponía fin a toda posibilidad de comunicación.
Tal vez era tarde ya...Sí, era tarde...el día se terminaba...



4/9/09

Cambio de humor...


Hoy es uno de esos días en que ni yo misma soporto convivir conmigo.
Hay miles de motivos para andar enojado con la vida...
Perder un trabajo, pelearse con un amigo, discutir con el marido o esposa, estropear una oportunidad, que te llueva cuando pensabas salir de picnic, que se corte la luz en medio de tu programa favorito, etc, etc, etc...
Para todos los gustos y en diferentes escalas de gravedad....
Bueno...Hoy no me pasó nada de todo eso... Y sin embargo hace un par de días que me acompaña un humor de perros...Ni siquiera en realidad, porque hasta Luna, mi perrita prefiere ignorarme.
Eso sí... Soy de las personas que no comparten su malhumor con quien no lo merece...A lo sumo aviso con fuegos artificiales que el horno no está para bollos y de esa manera prevengo males peores...Todos tienen la opción de elegir estar cerca o huir despavoridos...
Ya pasará...seguro... Y seguiré preguntándome por qué hoy fue uno de esos días...