29/5/11

Un nuevo hijo!!!!

Noooooo.....nada de baberos ni pañales!!!!


Acabo de parir un nuevo blog: Sala de Maestros...


Si bien está dirigido a quienes compartimos la vocación de enseñar, los invito a pasar, alguna cosita podría interesarles....Como docentes (quienes lo sean) o como simples seres humanos que han pasado por la escuela, como papás en la actualidad o como simples "opinólogos".¡¡¡ Los espero!!!

28/5/11

Tres años y diez días!

No cualquiera festeja los tres años y diez días....Sólo una olvidadiza como yo.
Sí, el 18 de Mayo cumplió tres años este blog. 
Hoy, diez días más tarde, lo recuerdo y supongo que debe tener que ver con mi desconexión con este mundito virtual que tantas satisfacciones me dio....
Sigo leyendo a mis amigos SIEMPRE, comentando A VECES y escribiendo aquí poco....
Pero siempre tengo presentes a quienes me acompañaron en tantas situaciones de mi vida, incluso mejor de mucha gente a la que tengo cerca....
Un beso grande a todos los amigos que todavía se dan alguna vueltita por aquí....

17/5/11

Airbag

Siempre fui de las que ponían la otra mejilla...Quizás tanta escuela de monja me formateó el cerebro.
Pasara lo que pasara una y otra vez, Gla estaba ahí. Para conciliar, para perdonar, para entender...
Como bien me definió una amiga, soy una especie de "airbag". La que siempre ayuda a amortiguar los golpes, impidiendo que los seres que quiero se lastimen. Ayudando a frenar cualquier emoción violenta que amenace con romper la armonía. Previniendo discusiones o suavizándolas para que nadie salga herido.
Y obviamente el resultado era mi corazón arrugado y maltrecho como queda ese dispositivo en el automóvil que acaba de chocar.
Pero hubo un día, que no llego a identificar cuál fue, en que decidí dejar de serlo. Quizás fue cuando me di cuenta que nadie se ofrecía de airbag para proteger a mi familia, sino por lo contrario, se ensañaban y lastimaban hasta lo más profundo.
Ahí me reconocí como una leona que sale a defender a los suyos, sin importarme si era yo la que esa vez lastimaba, sencillamente porque no se merecían semejante consideración de mi parte. Las lágrimas en los ojos de mi hija y el dolor profundo en los ojos del hombre que amo hace ya veintidós años, me hicieron ver que ya no valía la pena componer situaciones que a nadie parecían importarle. Que cada cual se hiciera cargo.
No me reconozco: a la defensiva y rencorosa.
 Si yo no era así. ¿Soy realmente así? ¿Será que ya no soy capaz de perdonar?
¿Poner la otra mejilla? Ya no...Ya basta!