Estos días grises me ayudan a ver el sol que anida en mí...
Después de tantas tormentas internas al fin parece salir el sol, encontrando el equilibrio deseado.
Cuando el viento y la lluvia azotan, uno echa mano de lo que tiene más cerca para cubrirse...Y no siempre es el paraguas adecuado. A veces toma prestado un piloto que no le pertenece y tarde o temprano hay que volverlo a su lugar.
Cuando los pies van aplastando charcos que incomodan, humedeciendo las neuronas y nublando los sentimientos, muchas veces nos sentimos tentados de cruzar a la vereda de enfrente para ver si desde allí, la tormenta se ve diferente, o si al menos alcanzamos a ver un rayo de sol.
A veces hasta aparece alguna mano cálida, ofreciendo su ayuda para cruzar la calle, al parecer, sin mayores consecuencias.Por momentos nos negamos por temor a lo que pueda pasar. Otras nos aferramos fuertemente creyendo que allí está la salida a nuestra desorientación. Pero luego comprendemos que la tormenta sigue allí arriba, sólo que asusta menos cuando estamos acompañados.
¡Cuánto más fuertes nos sentimos si logramos llegar a casa, aunque empapados, pero habiéndonos sentido capaces de afrontarlo solos!
¡Qué diferente se puede ver el agua caer, luego de haber comprobado por nosotros mismos, que seguro, seguro, después sale el sol! Aunque tarde....
Definitivamente, mi ventana me muestra un cielo increíblemente gris....
Hoy prefiero mirar mi interior... Allí... el sol me hace un guiño y me invita a disfrutarlo.
Después de tantas tormentas internas al fin parece salir el sol, encontrando el equilibrio deseado.
Cuando el viento y la lluvia azotan, uno echa mano de lo que tiene más cerca para cubrirse...Y no siempre es el paraguas adecuado. A veces toma prestado un piloto que no le pertenece y tarde o temprano hay que volverlo a su lugar.
Cuando los pies van aplastando charcos que incomodan, humedeciendo las neuronas y nublando los sentimientos, muchas veces nos sentimos tentados de cruzar a la vereda de enfrente para ver si desde allí, la tormenta se ve diferente, o si al menos alcanzamos a ver un rayo de sol.
| Ayer, desde mi ventana.... |
¡Cuánto más fuertes nos sentimos si logramos llegar a casa, aunque empapados, pero habiéndonos sentido capaces de afrontarlo solos!
¡Qué diferente se puede ver el agua caer, luego de haber comprobado por nosotros mismos, que seguro, seguro, después sale el sol! Aunque tarde....
Definitivamente, mi ventana me muestra un cielo increíblemente gris....
Hoy prefiero mirar mi interior... Allí... el sol me hace un guiño y me invita a disfrutarlo.
Comentarios
Hasta lo que dicen adorar la lluvia festejan cuando para, es paradógico.
Me alegro por usted, porque al parecer la tormenta sirvió para limpiarle el techo.
Saludos
Ariadna: Gracias,,,igual para vos...
Me siento un poco pesimista.