Siempre fui de las que ponían la otra mejilla...Quizás tanta escuela de monja me formateó el cerebro. Pasara lo que pasara una y otra vez, Gla estaba ahí. Para conciliar, para perdonar, para entender... Como bien me definió una amiga, soy una especie de "airbag". La que siempre ayuda a amortiguar los golpes, impidiendo que los seres que quiero se lastimen. Ayudando a frenar cualquier emoción violenta que amenace con romper la armonía. Previniendo discusiones o suavizándolas para que nadie salga herido. Y obviamente el resultado era mi corazón arrugado y maltrecho como queda ese dispositivo en el automóvil que acaba de chocar. Pero hubo un día, que no llego a identificar cuál fue, en que decidí dejar de serlo. Quizás fue cuando me di cuenta que nadie se ofrecía de airbag para proteger a mi familia, sino por lo contrario, se ensañaban y lastimaban hasta lo más profundo. Ahí me reconocí como una leona que sale a defender a los suyos, sin importarme si era yo la que esa ve...